¡Estoy alucinando!
Acabo de leer un titular que me ha dejado pasmado: “Formación continua, la tarea pendiente de los profesionales españoles”.
Y un subtítulo descorazonador: “Solo el 10,5% de los españoles continúa formándose en su etapa veterana”.
Artículo completo aquí.
Hace años que pienso y expreso que, en general, en España gusta mucho el palabrerío, sobretodo dos conceptos: FORMACIÓN y TENDENCIA, y gusta poco o nada, implementar algo coherente y estar convencidos de que realmente es importantísimo formar a los profesionales a lo largo de su vida laboral (y no sólo con cursos de obligatorio cumplimiento porque la “ley lo dice”).
Y siempre nos encontramos con el mismo problema: económico. Porque la mayoría de empresas quieren un retorno económico y la formación no debería medirse por estos baremos directamente. (KPIs y ROIs varios).
Parece mentira que no entendamos que si formas a un profesional para que mejore sus competencias o habilidades, redundará en el beneficio de la empresa a medio plazo, pero sobretodo, podrás medir la satisfacción de éste al poco tiempo.
Y, como apunte, un trabajador feliz es mucho más eficiente para la empresa que un trabajador quemado.
Negociar no es regatear. Negociar sí, regatear no.
Invertir en formación no es tirar el dinero. E invertir en formación no es jugar a regatear con el proveedor. ¿Verdad que cuando quieres hacer un máster que cuesta 10.000 euros en una gran escuela de negocios o universidad no regateas? Pues cuando decidas invertir en formación continua en el trabajo, después de haber realizado tu análisis de necesidad, tu exploración de proveedores, tu decisión de qué necesitas y cómo lo necesitas, no regatees con el proveedor elegido.
Aunque no lo creas, regatear con tu proveedor, conlleva dos aspectos:
- Trasnmites que te importa poco o nada lo que éste va a hacer y da la sensación que para ti, por muy jefe que seas, lo importante es cumplir un encargo que posiblemente te permitirá cumplir un expediente.
- Valoras entre poco o nada el trabajo de otros profesionales que harán que tus compañeros aprendan y que tu empresa mejore.
Negociar implica que te preocupa el proyecto, que confías en el proveedor, que no es solo un proyecto puntual. Tu proveedor trabajará más feliz y eso se transmite.
¿El e-learning como metodología para la formación continua?
Evidentemente, sí. Pero no es la única.
El aprendizaje continuo permite, por las dinámicas de trabajo y porque la tecnología lo permite, que el e-learning sea una metodología óptima y aprovechable.
Pero, como siempre decimos, debemos saber cómo, para qué y por qué queremos utilizar esta metodología y debemos conocer la idiosincracia tecnológica de nuestra organización.
No podemos pensar en grandes tendencias si después no podemos implementarla. No podemos pensar en nuevos métodos online si tu parque tecnológico está anclado en Explorer 8. No podemos pensar en m-learning si tu organización prohíbe el uso de los móviles personales durante el horario laboral. Y así con todo…
Lo interesante aquí es reconocer, y cuanto antes mejor, que entre todos debemos conseguir que nuestras organizaciones sean competentes, y para ello necesitamos entender que la formación continua para todos los profesionales es indispensable.
Y esta formación se debe poder hacer cuando uno quiera y en el formato que desee. La tecnología nos da la oportunidad de acceder en cualquier momento a cualquier contenido.
Y sí, si conseguimos eso, seremos todos más felices: Organizaciones, sus profesionales y los proveedores que nos dedicamos a eso de la formación.
Un último apunte: APRENDER. Es una condición desde hace miles de años para evolucionar, a nivel personal y profesional. Aprender permite el desarrollo y el desarrollo permite mejorar y mejorar conlleva crecer.